sábado, 25 de diciembre de 2010

Navidad con Jesús

Cada Navidad tendríamos que saber convertirla en un hermoso momento para preguntarnos quién es Dios para nosotros.


Si Dios es Alguien que influye, que transforma nuestras vidas; o si, por el contrario,
Dios es Alguien con el cual nos podemos permitir cierta indiferencia.

En la proclamación del profeta Isaías está centrada una frase que se repite una y otra vez: “Yo soy el Señor, y no hay otro”. En las palabras del profeta está encerrado lo que tiene que significar Dios en nuestra existencia. No puede haber otro señor en nuestra vida que no sea Dios. Y sin embargo, sin darnos cuenta nos dejamos atrapar por otros señores, que son los que acaban mandando en nuestra existencia.

Dice Jesús en el Evangelio de San Lucas: “No se puede servir a dos amos”. No se puede servir a dos señores. ¿Cuáles son los otros señores? Los otros señores son a veces nuestro servicio a las cosas materiales, en vez de a las cosas de Dios. Cuando la ley fundamental de nuestra vida es la comodidad, ése es nuestro señor. Cuando la ley fundamental de nuestra vida es el egoísmo, ése es nuestro señor. Cuando nuestro corazón se cierra a los planes de Dios en nosotros, y somos nosotros los que diseñamos los planes y luego le ponemos una etiqueta que dice ‘Dios’, para quedarnos a gusto, ése es nuestro señor. Cuando, a lo mejor, la soberbia es la que manda, ése es otro señor.

Y sin embargo, el profeta insiste una y otra vez: “Yo soy el Señor; y no hay otro”. Esta insistencia nos hace ver que en verdad, Él es el único capaz de sacarnos adelante, sea buena o mala la situación en que nos encontremos.

Constantemente tenemos que decidir a qué señor queremos servir. Pudiera ser que al analizar mi vida me dé cuenta de que vivo enredado en un montón de situaciones frívolas, ligeras y superficiales. ¿Quiero yo servir al dios de la banalidad o de la frivolidad? ¿Cómo podemos saber cuál es nuestro señor? ¿A qué señor quiero yo servir? Analiza con mucha sinceridad, con mucha autenticidad quién es el que ocupa tu corazón. Si a lo largo del día te encuentras pensando en cosas materiales, no como medio, sino como fin, ése es tu señor. Si a lo largo del día te encuentras pensando más en el qué dirán que en cómo servir al Señor, ése es tu señor.¡Qué serio y qué fuerte es esto! Porque cuánta gente vive sólo y nada más de eso y para eso. Y ahora que llega la Navidad, solo nos enfocamos en las tradiciones, comidas, regalos, y olvidamos lo más importante, celebrar a Jesús.

Cada uno tendría que preguntarse con mucha sinceridad: ¿Quién es mi Mesías? Solamente Aquél que es capaz de curar la ceguera del corazón; solamente Aquél que es capaz de sanar el alma; solamente Aquél que es capaz de limpiar esa lepra con la que, a veces, nuestra vida está cubierta; solamente Aquél que es capaz de quitarnos la sordera espiritual; solamente Aquél que es capaz de resucitar la muerte que, a veces, está en nuestro corazón. Solamente el que hace posible que los ciegos vean, que los cojos anden, que los leprosos queden limpios, que los sordos oigan y que los muertos resuciten, es el Mesías.

Y aunque nosotros en Navidad vemos a Jesucristo como un bebito muy lindo, en un pesebre, la palabra de Jesús es muy seria: “Será feliz aquél que no se avergüence de Mí”; será feliz aquél que sea capaz de traspasar ese rostro superficial de la Navidad y se deje enamorar por el rostro profundo de la Navidad: el rostro de un Dios que quiere ser el primer amor, el amor verdadero de tu vida.

Todos sabemos que quedarnos en la superficie de las cosas nunca compromete, en ningún ámbito de la vida. Quedarte en la superficie de la educación de tus hijos, no te compromete; quedarte en la superficie del matrimonio e ir pasando un año, dos, tres y veinte, no te compromete; quedarte en la superficie de un servicio a los demás, no te compromete. “Dichoso aquél que no se avergüence”, dichoso es aquél que es capaz de entender el rostro profundo de la Navidad, que es el rostro de un Dios que viene a tu vida para decirnos que El sí es el que tiene que venir, que no hace falta que esperemos a otro, que nadie más que El nos va a salvar.

Hoy tenemos una nueva oportunidad, Jesús está naciendo!! dale el regalo más valioso, entregale tu vida. Sin Cristo, es una fiesta prestada, con Cristo comienza la verdadera vida, solo con Jesús en tu vida hay Navidad.



Adaptado. Original church forum.

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